18 jul 2011

AMIAntados por la impericia


“El mal que yo reivindico no consiste en consumar el pecado sino en alimentar el idilio con su asechanza perpetua. Y para que ese idilio florezca tal como yo lo invoco es indispensable que, a la vez, al pecado se lo combata. No quiero el derrumbe del bien; quiero el temblor perpetuo de su fragilidad. No quiero el triunfo del mal; quiero la inminencia nunca consumada de su realización más perfecta.
  Jamás aspiré a la extinción del bien. Mi única ambición ha sido combatirlo, no exterminarlo. Sé perfectamente que de su supervivencia constantemente renovada depende la del mal. Pero asistimos al alba de una época en la que el bien ha sido aniquilado: ya no es meta para nadie y, por lo tanto, el mal ha dejado de ser una amenaza. Derrotados ambos, ahora sólo cabe hablar del vencedor: el dogma que todo lo congela, la irreparable enfermedad del autoritarismo.”
  Cruel y siniestro. “El diablo retrocede” es el escrito del poeta y filósofo Santiago Kovadoff, quien paradójicamente pareciera haber pronosticado el Currículum Vitae del mismísimo Carlos Saúl Menem.  
 Con origen sirio y aires de jeque, elucubró cautelosamente las leyes que impondrían el principio del fin. Ley de convertibilidad, neoliberalismo, ola de privatizaciones, desregulación de los mercados, pobreza, desempleo y despotismo generalizado. Todas malas decisiones que tendrían como presa a la peor de las víctimas: el pueblo.
  Un día como hoy, pero 17 años atrás, 85 víctimas y cientos de familias todas inocentes, serían el lúgubre saldo de resoluciones incorrectas. El auto-bomba que estalló frente a la casa de la Comunidad Judía de Buenos Aires sembró devastación, muerte, desconsuelo y perenne hambre de justicia. Una sentencia que nunca encontró culpables. Un dictamen sin desenlace. Un veredicto ausente de voz cantante. Un daño irreparable que jamás admitirá el olvido.
 Con el peor de los escenarios,  los objetivos del reelecto, Carlos Saúl, estaban cumplidos: el autoritarismo había sido sutilmente impuesto en la sociedad. Este diablo nunca retrocedió. Siempre ambicioso, hizo un pacto con el mismísimo lucifer. Se convirtió en el fantasma de un atentado que aún no ha descubierto al real culpable. Mutó de belcebú a sombra de un pueblo con sed de resarcimiento ecuánime.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...